arcillas dispersivas… y dispersantes que dan miedo

por aquél entonces yo era muy joven, vamos, más que joven, un crío de once años con unas preocupaciones típicas de la edad del pavo (vamos, imagino… esas, y además otras, como qué hacer con una mezcla de sulfúrico, nítrico y glicerina a partes iguales que tenía en un bote escondido en el lavadero, hasta que no se me ocurrió otra cosa que tirarlo por la tapia a la carpintería del vecino… menos mal que para fabricar nitrogilcerina la cosa es más compleja de lo que yo suponía, porque si no… aún estaría en busca y captura… y a todo esto… ¿cómo se le ocurre al dependiente de la drogería venderme esas cosas, ni que sea por separado????)…

… digo, pues, que yo era por aquél entonces muy joven, y aún no sabía para que servía el agente dispersante, ni qué diantre era una granulometría por sedimentación, y aún menos nada sobre los problemas de tubificación que dan las arcillas dispersiva.

no obstante, ya había oído alguna vez por ahí (en los chistes, claro…) aquellas palabras tan famosas por aquél entonces…

circulen… circulen… DISPERSENSE…

era la consigna de ciertos tenebrosos personajes que, vestidos de gris, irrumpían sin contemplaciones en las concentraciones de los que se jugaban el tipo para gritar por la calle que este país había aguantado ya más de la cuenta

obsérvese pues la siguiente imagen…está sacada de Comuna Obrera (alucinante el detalle de la culata del fusil que asoma por la izquierda… a saber qué estaban haciendo con ese cacharro… miedo me da)

en la imagen podemos apreciar también con claridad como los «agentes dispersantes» se distribuyen más o menos uniformemente en la “suspensión” (manifestantes + dispersantes + medio que los integra) que obviamente está bastante agitada… no obstante, los elementos a dispersar se amogollonan con la vana esperanza de protegerse el reparto de palos… se amogollonan, o dicho con más criterio geotécnico… FLOCULAN

y como se sabe (y a eso voy), eso de flocular es un comportamiento típico de la fracción fina de los suelos, y muy especialmente de las arcillas… de esas que cuando haces una granulometría por sedimentación y contrastas lo que da si le pones o no le pones dispersante (y hablo de dispersante químico, no de media docena de grises en miniatura metidos en la probeta) dan un resultado dispar…

resulta, pues, que esas arcillas se comportan muy malamente ante gradientes (de agua) dejándose arrastrar por la corriente, y plantando a la “fabric” del suelo falta de su compañía… llegado al caso, tal escaqueo provoca procesos como el ARRASTRE DE FINOS, al que ya nos referimos en otra ocasión, o la TUBIFICACIÓN.

vamos, que a poco que nos descuidamos, acabamos teniendo una presa de tierras hecha un gruyere, o encontrándonos un socavón donde menos nos lo esperamos.

la cosa es que andaba yo por estas fechas metido (en el literal sentido de la palabra) en un caso de socavones maliciosos, de esos en los que parece que las arcillas que andaban por allí habían tenido algo que ver, cuando repasando cosas de la bibliografía, me he dado cuenta del poco consenso que hay a la hora de calificar y cualificar estos materiales.

como apuntaba unos párrafos antes, una forma de determinar la propensión de las arcillas a dispersarse es valorar su tendencia a flocular, comparando el resultado de una granulometría por sedimentación realizada con y sin dispersante… obviamente, en el caso del terreno que no se trata con solución dispersante nos encontramos con que el tamaño de grano que se analiza en la fracción fina no es el de las arcillas, si no el de los grumos de arcillas floculadas, en razón de lo cual el porcentaje «aparente» del tamaño inferior a 5 micras es menor al que debiera

estructuras floculadas (a, b) y estructura dispersa (c); (Lambe)


comparando los resultados de ambas sedimentometrías (una sin y otra con dispersante) se halla un parámetro que un tal Sherard (et. al.) parece que bautizó como Índice de dispersión (o dispersibilidad), abreviado Id.

y ahora empieza lo bueno…

voy y me paseo por el Jiménez Salas (p. 40 del vol. I de Geotecnia y Cimientos) y me encuentro con la siguiente definición de Id

Id = % < 0.005 mm en granulometría SIN dispersante / % < 0.005 mm en granulometría CON dispersante

OK… como me fío bastante del Jiménez Salas, calculo lo que me dan los registros que tengo, y me voy ahora a la página 140, donde se califica el suelo en función de Id… y los rangos de Id que me cita están por encima de 34 para arcillas problemáticas

¿????

y me encuentro con la siguiente calificación del suelo

– Id > 67: gran estabilidad

– 67 > Id > 34: inestabilidad intermedia

– Id < 34: estabilidad

huelga extenderme en el patinazo del Maestro, supongo… todos cometemos errores (a algunos les cuenta caro…)

como ya habrá percibido el lector, en el Jiménez Salas tenemos dos errores: primero, que omite multiplicar el cociente por 100 para pasarlo a un porcentaje, y después, en la calificación por grupos, para Id > 67 lo que tenemos es una arcilla altamente INestable.

para dar algo más de contexto al tema, encontré algo que parecía una cita textual del trabajo de Sherard, que venía a decir

– Id > 50 % : suelos susceptibles de generar problemas en presas de tierra


– Id < 15 %: suelos no susceptibles de generar problemas en presas de tierra

y en otra, de GARAY y ALVA (1999) en “Identificación y Ensayos en Suelos Dispersivos”. XII Congreso Nacional de Ingeniería Civil, Huánuco (un resumen del tema bastante aceptable), la clasificación (referida también a Sherard) era esta otra

Id / Grado de dispersión


Id < 30 / No dispersivo


Id 30 a 50 / Intermedio


Id > 50 / Dispersivo

para más confusión (esto ya va pareciendo Una Noche en la Ópera), en otra parte, la referencia (dedicada a los problemas de erosión de caballones agrícolas) me encontré que se situaba el límite entre suelos dispersivos y no dispersivos en Id = 25 (sin mayor indicación para rangos superiores).

concluyendo: está bastante claro que no hay unanimidad por ninguna parte a la hora de establecer unos límites más o menos rigurosos sobre el rango de Id en el que debería de considerarse un problema de dispersión… se encuentra uno que para calificar un suelo como no dispersivo el rango de máxima Id va de 15 a 34 (tal diferencia en una doble granulometría por sedimentación es una variación bastante importante), y no digamos ya para calificar el material como crítico (la Id mínima va de 25 a 67)… total, una arcilla con un Id de 30 sería no dispersiva o muy dispersiva según qué criterio sigamos… lo poco que está claro es que por debajo de Id = 15 no deberíamos perder el sueño, y por encima de Id = 67 mejor rogamos a la Virgen de los Desamparados… para lo que anda entre Id = 15 e Id = 67 convendrá, en cambio, encomendarse a Santa Eleuteria (patrona de los libertos).

está visto, pues, que para esto de flocularse o dispersarse, tanto las arcillas como los que protestan delante de la porras (o cosas que dan aún más miedo) andan bastante desorganizados…aquí los únicos que van a una son los dispersantes… para variar

(foto de REUTERS)
por cierto… es curioso, pero una introducción bastante aceptable al tema este de las arcillas dispersivas la podéis encontrar en la web del DEPARTMENT OF PRIMARY INDUSTRIES del Gobierno del estado de Victoria, en Australia… mira por donde que en las antípodas tienen una web gubernamental que no está para solo hacer autobombo…
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Se licita el nuevo edificio ICTA – ICP en la UAB

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A pesar de la situación rayana a la hambruna presupuestaria que sufre la administración pública de un tiempo a esta parte en lo que a la licitación de obras se refiere, parece que alguna cosa va saliendo adelante. Y una de las que se ha librado de quedarse en el baúl de los recuerdos es el edificio ICTA – ICP, que se prevé construir en la Universitat Autónoma de Barcelona.

La satisfacción de ver que avanza este proyecto es doble por nuestra parte. Primero, porque tuvimos la fortuna de participar en el mismo como autores del estudio geotécnico; y segundo, porque el edificio albergará la sede del Institut Català de Paleontologia (de ahí lo de ICP) además de la del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals  (ICTA). Siendo geólogo un servidor, y además de Sabadell (cuna de la paleontología catalana donde las haya), no es para menos que para alegrarse de que la sede local de los fósiles más augustos (y de sus estudiosos) siga en la comarca.

Por lo que se dice, el proyecto en cuestión destaca por un alto grado de eficiencia energética, y está concebido algo así como un invernadero (aunque no cabe pensar que sus ocupantes vayan a sentirse como jornaleros de Almería, claro). Si os interesan detalles sobre el edificio, los podéis consultar en el blog de H arquitectes + Data AE, y si os interesan detalles de la licitación, podéis verlos en la web de la UAB.

Celebremos que el proyecto no haya corrido la misma suerte que la tan cacareada Línea 9, bujero quilométrico con más utilidad política que otra cosa («yo quiero una estáción», «ah, pues en mi calle otra»), y culpable numbreguan del déficit presupuestario de la Generalitat… otro gallo nos cantara si hubiéramos pensado antes en como financiar tales «obrillas», como también todos los quilómetros de AVE con los que Maleni «cosió España con cables de acero«… pena, penita que nadie se mire las hemerotecas.

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interacción entre acuíferos y obras (subterráneas, claro)

Hoy caigo en la cuenta de que tengo el vicio reiterado de empezar estos posts con una frase que viene a ser “en esto de la geotecnia…”

Pues bien, para mantener la tradición, venía a decir que en esto de la geotecnia hay algunos temas que todo el mundo da por sentados, pero que después, a la que te pones a escarbar, cuesta Dios y ayuda encontrar fundamento alguno que los avale.

Y uno de esos temas tan manidos es el famosísimo arrastre (o lavado) de finos

Me viene a la cabeza el primera caso de patología, siniestro o chapuza (lo último es lo más acertado) al que asistí cuando de mozo y pipiolo, trabajando en EMSSA, mi mentor de aquellos años (Francisco Moros Zorío, ICCP y con seguridad una de las personas de la que en menos tiempo más aprendí y a quien siempre agradeceré su paciencia) me llevó a una reunión de obra con un contratista que se empeñaba en asegurar que un relleno que había asentado no estaba mal compactado, si no que había sufrido un misterioso arrastre de finos… en aquella reunión de obra aprendí lo del efecto arco (o sea, que compactando solo la última tongada del relleno de una zanja al final colapsa todo, se fastidia el firme y de un día para otro y hay que cortar la calle… y cuando pasa tal cosa, siempre viene bien echarle la culpa a las últimas lluvias)

Hace ya más de 20 años de aquella reunión de obra, y es curiosa la cantidad de veces que me he encontrado (en patologías, siniestros, informes y periciales) con presuntos lavados de finos que al final y sistemáticamente (qué casualidad) se resolvían con terrenos que asentaban por cualquier cosa menos por la fuga de esa malintencionada fracción granulométrica que no discernimos a ojo…

Y es que lo del arrastre de finos es la excusa perfecta para bastantes chapucillas… y todo lo que sean zanjas siempre han dado muchos sustos… será por la afición que desde pequeños tenemos todos a meternos en ellas a poco que nos dejen… y es que a veces parecen un agujero negro…

Pero todo, todo llega en esta vida, y hace pocas fechas me he encontrado con un verdadero problema de arrastre de finos (en el que por prudencia no voy a entrar hoy, porque el caso es reciente), a partir del cual he rebuscando cosas y me he encontrado de casualidad con un didáctico artículo de Jesús Carrera y Enric Vázquez (ambos del CSIC, Institut Jaume Almera, Bcn), que mira por donde presenta un acertado resumen de los problemas que plantea la interacción entre las obras subterráneas y los acuíferos (que es de lo que iba este post, y no de todo lo de antes…)

Si bien el artículo hace especial énfasis en la influencia de los túneles, no se limita solo a los problemas generados por (o en) obras civiles… capítulos que por ejemplo hablan del efecto barrera también son muy aplicables al mundillo de la edificación.

Aquí dejo el link donde puede descargarse.

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informes periciales en geotecnia (curiosidades varias)

Hay momentos en los que uno se siente satisfecho en este oficio, pero de todos, quizá el que más es ese instante, esos diez o quince minutos de gloria que te tocan en un juicio, cuando testificas como perito, y tienes la certidumbre de haber hecho bien tu trabajo y la certeza de que tu cliente (si eres perito de parte) es quien tiene la razón… toda la razón… nada más que la razón… es entonces cuando sales y hasta te crees el bueno de alguna que otra pelúcula

Con todo, también es normal que en esos diez o quince minutos de gloria te encuentres interrogado por algún que otro abogado (de la parte contraria… como debe ser) emperrado en demostrar la cuadratura del círculo… en pretender discutirte temas técnicos de los que no tiene la más remota idea (negar la ley de Darcy, por ejemplo… y esto es un hecho real)… y en esforzarse por desprestigiar tus valoraciones con banales cuestiones como las competencias profesionales (y digo valoraciones, que no opiniones, porque los peritos no estamos para opinar, nomás faltaba, estamos para exponer hechos objetivos sobre los que basar conclusiones técnicas).

Y claro… también tiene su morbo hasta dónde puede llegar tu capacidad de asombro cuando en tales fregaos te encuentras contrainformes de técnicos que probablemente tendrán grandes conocimientos en otras áreas del saber, pero que en lo que a la ingeniería del terreno, pues la verdad, va a ser que no (recuerdo un gran especialista en lides urbanísticas que se atrevía a las más desaforadas conclusiones hablando de asientos y deslizamientos, y todo sin calcular un mísero coeficiente de seguridad, bastaba con decir que el agua tenía la culpa de todo… y claro, como el agua no tiene un seguro de RC…)

Y es que en esto del terreno parece que pasa como en el futbol: igual que para entrenador vale cualquiera, para opinar sobre el porqué de una patología geotécnica, tres cuartos de lo mismo… no es necesario siquiera que sepas la diferencia que debe haber entre la ley de presiones efectivas y el efecto de las presiones sobre la ley… y desde luego, ¡¡¡ jamás de los jamases un prócer de la técnica se rebaja a justificar sus argumentos con números !!!

Sin ánimo de extenderme mucho (que el tema daría para una ponencia), tengo ganas hoy de sacar a colación algunos ejemplos, que tal vez a alguien, algún día, le sirvan de algo… a saber…

CASO 1: Por empezar por algo, hablemos sobre las competencias:

Interrogado durante más de diez minutos por el abogado de la parte contraria, cuando el letrado ve que no hay forma de darle la vuelta a la tortilla como le gustaría, acaba su intervención más o menos así:

– Señor Perito, dígame… ¿está Usted facultado para realizar el proyecto de una piscina?.

– Pues no, ya sabe Usted que soy geólogo (cara de estupor).

– Reconocerá por lo tanto que quien está facultado para tal cosa es un arquitecto.

– Obviamente (cara de estupor al cuadrado).

– Por lo tanto, señoría (dirigiéndose a la Jueza), queda claro que el Perito aquí presente no es competente para el caso que nos ocupa. No hay más preguntas.

– (¡¡¡…!!!) (cara de alucinado)

(censored): no hay derecho a que cuando un letrado dice “no hay más preguntas”, como testigo ya no tienes venia para replicar ni aunque se haya dicho la mayor de las animaladas.

Resulta que “el caso que nos ocupa” era ni más ni menos la aparición de daños en una piscina y servicios aledaños a la misma, causados por la deformación del terreno inducida por el asiento (por peso propio) de un relleno no compactado, en concausa con un cierto deslizamiento profundo del talud (en el contacto entre el relleno y el terreno natural).

Comentario: si de lo que se trata es de ser pejigueras con las competencias, según el REAL DECRETO 1378/2001, de 7 de diciembre, por el que se aprueban los Estatutos del Colegio Oficial de Geólogos, y yendo al punto 30 del art. 21, leemos como competencia reconocida la siguiente: Elaboración de estudios, anteproyectos y proyectos de Ingeniería Geológica. Si hay alguien que considere que la realización de un proyecto de ejecución de un terraplén es actividad más propia de la arquitectura que de la ingeniería geológica, que venga y lo diga.

me repatean los purismos en esto de las competencias, tanto los que me aprovechan como los que no, pero aún me repatea más que un letrado que no se ha leído un Real Decreto saque conclusiones basadas en la ley de vivienda de los tiempos del Caudillo…

CASO 2: Sobre el poco peso de la razón en la prueba, cuando se contrasta con el ensayo.

Caso: Unos pavimentos de unas naves sufren una deformación del copón también por causa de no haber previsto que un vertedero de tierras de quince metros de profundidad “tal vez” puede asentar.

Detalles de la pericial: visto que antes de la intervención de este perito se habían presentado ya en la causa casi media docena de informes previos, en los que hay información objetiva (sondeos, ensayo…) más que sobrada para presentar un razonamiento técnicamente justificado a favor del Cliente, y considerando que el tema corría prisa, hacemos constar en la pericial que es redundante repetir la campaña de sondeos de la otra parte, y que basaremos nuestras conclusiones sobre la misma.

En el juicio y respondiendo al abogado de la parte contraria:

– Señor Perito, ¿realizó Usted algún sondeo en el terreno?

– Pues no, entendí que en la causa obraba información suficiente para apoyar mis conclusiones.

– Pero si Usted no ha hecho ningún sondeo ¿¿¿¿Cómo se atreve a contradecir un informe en el cual SÍ se han hecho sondeos?????

Conclusión: aunque no haga ninguna falta, la próxima vez cose el solar a bujeros y déjalo como un…

CASO 3: Asegúrate de que se ha informado a las partes demandadas en el plazo que marca la ley.

Caso: daños en una propiedad comunitaria por deficiencias en el proyecto geotécnico, en la ejecución de la obra, en el arreglo de la misma… vamos, un desaguisado.

Antecedentes: por mas de diez años una comunidad de propietarios guerrea para que un promotor – constructor les arregle un espacio común, deteriorado por unos asientos del terreno. Cuando el promotor – constructor desaparecen (por quiebra) llevan el tema a juicio.

Demandados: Promotor – Constructor (empresa en liquidación por quiebra, ni se presenta a juicio), Director de Ejecución y Director de Obra (además de proyectista).

Sentencia: se reconoce que ni el proyecto ni la obra previeron para nada el comportamiento del terreno, con lo cual no es de extrañar el cúmulo de patologías que presenta la obra.

Fallo: Se condena al promotor – constructor (como la empresa ya no existe, fiesta para todos menos para el demandante, que se lo come con patatas), y se absuelve al Director de Ejecución y al Director de Obra por no haberse acreditado que se les comunicó la incidencia en el plazo previsto (existe la certeza de que eran sabedores), y se condena a la parte demandante a abonar las costas a dichos técnicos.

Conclusión: aunque la razón te asista, ir a juicio te puede salir carísimo… aunque seas un chapuzas, ser denunciado puede ser un buen negocio…

Conclusión 2: ante la más mínima sospecha de que esa mancha en la cortina no es un pipí de tu gato, si no una patología, lo primero: un bureaufax a todos los posibles implicados en la obra de tu casa… después ya veremos.

bueno… por hoy me parece que es suficiente… pero como el tema da para mucho, seguro que volveremos con él … otro día cuento lo de la juez que me cortó por lo sano cuando me soltó «el perito sabe perfectamente que está aquí para reafirmar o aclarar su informe, y punto, así que vaya al tema» (juro que solo respondía a las preguntas de un letrado, lo juro, y que ya advertí que aquello no estaba en la pericial)… pero bueno… no siempre te vas a sentir como Tom Cruise en Algunos Hombres Buenos… ¿verdad?

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geotecnia «criminal»… in-scriptum

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hace pocas fechas Albert Ventayol nos ilustraba sobre sus experiencias periciales en un caso con difunta incluída… por lo que se ve (y a sorpresa de propios y ajenos), en sucesos criminales empieza a ser cosa normal pedir un estudio geotécnico.

no sé yo si el arquitecto de la casa de Bernarda Alba tuvo en consideración las solicitaciones del terreno (me da que no, el texto no dice nada del DB SE-C)… pero parece ser que al insigne autor de la obra van a marearle las cenizas a estas horas con perforaciones, perfiles de geofísica y vete a saber cuantas cosas más, dado que con los medios tradicionales no ha sido posible dar con sus restos

todo según lo que cuenta adn bajo el titular

«Piden permiso para hacer un estudio geotécnico que busque la fosa de Lorca»

y conste que si yo fuese familia de Lorca, por supuesto, lo primero que querría sería saber es dónde lo tengo enterrado, pero… en serio… ¿un estudio geotécnico??? a saber… igual si nos metemos en la movida de la recuperación de la memoria histórica sacamos la geotecnia de la crisis…

a todo esto… recuerdo precisamente ahora haber hecho algún que otro estudio del terreno en el cementerio de Sabadell… como era un asunto de poca cosa (las cargas que transmite una losa que soporta un bloque de nichos no son nada del otro jueves), resolvíamos el tema con unos penetros… y la verdad es que cuando a cosa de 1.3 m de profundidad la varilla bajaba a peso, nos daba algo de grima…

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El ángulo de rozamiento interno de las gravas (o sobre la necesidad de demostrar a los demás de forma fehaciente lo que a nosotros nos parece evidente)

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Lo del rozamiento interno de los suelos granulares es realmente una bicoca… quiero decir que se trata de un concepto fácilmente inteligible, sencillo de observar e incluso de experimentar, contrastar, modelizar… todo un chollo… total: es un fenómeno que solo depende del tamaño de las partículas, de su geometría y su disposición, y de la ley de la gravedad, conceptos todos al alcance de un niño de once años… (a ver, vayan trayendo un niño de 11 años…)

En cambio hay que reconocer que cuando nos ponemos a hablar de la cohesión (no de los suelos granulares, claro), la verdad es que en el fondo no tenemos ni idea de qué hablamos… el fundamento íntimo de la cohesión se encuentra en procesos de interacción molecular que no hay Dios que tenga claros a poco que se ponga a profundizar seriamente en tal galimatías que roza la mecánica cuántica.

Así pues, habiendo dedicado ya no sé cuantos posts a la cohesión, o la resistencia al corte no drenado (viene a ser lo mismo en condiciones diferentes) tal vez va siendo hora de cambiar la música y dedicar un momento al “maravilloso mundo” de los suelos granulares, esos que dicen que no tienen cohesión alguna…

Me han venido ganas después de consultar qué es lo que entiende wikipedia por “ángulo de rozamiento interno” y quedarme un tanto sorprendido… dice así…

“el ángulo de rozamiento interno es una propiedad de los materiales granulares”

empezamos mal… lo que entendemos por “suelos cohesivos” (concepto aparentemente contrapuesto a “material granular”) también tienen rozamiento interno, solo que no lo manifiestan cuando las presiones efectivas son nulas (bueno, los granulares tampoco, pero anular las presiones efectivas a un suelo granular tampoco es cosa de cada día, sifonamientos aparte)

… de otro lado, el ángulo de rozamiento interno no es una “propiedad”, en todo caso la propiedad es el rozamiento interno… el ángulo es una forma (más o menos afortunada) de expresar esta propiedad, pero bueno… por lo que se ve en wikipedia no están muy por la labor de ser puntillosos… después sigue así:

El ángulo de rozamiento tiene una interpretación física sencilla, al estar relacionado con el ángulo de reposo o máximo ángulo posible para la pendiente de un montoncito de dicho material granular. En un material granuloso cualquiera el ángulo de reposo está determinado por la fricción, la cohesión y la forma de las partículas pero en un material sin cohesión y donde las partículas son muy pequeñas en relación al tamaño del montoncito el ángulo de reposo coincide con el ángulo de rozamiento interno.

ángulo de rozamiento interno y ángulo de reposo


(fuente: wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngulo_de_rozamiento_interno)

No vamos bien… queda claro qué es el ángulo de reposo, pero el material en cuestión puede tener un ángulo de rozamiento interno mínimo en el estado de mínima compacidad (coincidente con el ángulo de reposo, cuando el suelo granular, sin cohesión, es vertido), pero sin embargo, a poco que vayamos aumentando la compacidad, aumentará el ángulo de rozamiento interno hasta llegar al valor de densidad máxima (aquél en el cual el índice de huecos es el mínimo posible en función de empaquetamiento del material.)

Así pues, el ángulo de rozamiento interno depende también de la compacidad, o en otras palabras (y si se trata de un material “puesto en obra”) del grado de compactación.

Todo esto viene porque hace un par de días me consultó un cliente cierta cuestión que, en este sentido, “tiene su qué”… de vez en cuando hay que justificar con números (o ensayos) algo que el sentido común nos está diciendo que va sobrado… el tema venía a ser…

ring, ring

– sidigamé

– oye frankie, que resulta que estoy haciendo un muro, y que el proyectista ha contado un relleno de trasdós con un ángulo de rozamiento interno de 38º… la cuestión es que estoy colocando unas gravas del copón, ¡¡¡y que no me veo forma de justificar ese ángulo!!!

alguno pensará que el aprieto en que se encontraba mi amigo es cosa baladí… pues tal vez no… resulta que la dirección de la obra (o la asistencia técnica, o la uaspo, eso es lo de menos) le decía que muy bien, que seguro que esas gravas cumplían, pero que había que demostrarlo.

((nota al margen: quien manda en el mundo no es Goldman Sachs… qué va… ¡¡¡son los de la ISO y los auditores de calidad!!!…))

Y bien, aquí entran en la película nuestros amigos del control de calidad (los del laboratorio, no los auditores)

plan A:

Cogemos una muestra de las gravas y las llevamos al laboratorio para hacer el manido ensayo de corte directo sobre una muestra recompactada… a los dos días nos llega el resultado (y la factura)…

cohesión = 0
ángulo de rozamiento interno = 32º

mie….   ¿qué carallo ha pasado? ¿no habíamos quedado que seguro que teníamos un ángulo de casi 40º?

pues resulta que, con una célula de corte convencional, el tamaño máximo de grano para una muestra “ensayable” es de unos 5 mm, así que en el laboratorio segregaron todas las gravas (más del 50 % de total de la muestra) y les dieron un resultado característico de las fracciones de arena y finos… y claro… no cumple

pasamos al plan B:

Cogemos dos metros cúbicos de las gravas, los cargamos donde sea y los mandamos al CEDEX para que nos hagan un ensayo de corte directo con el megacacharro que tienen allí para ensayar lo que haga falta… nos esperamos lo que tarden en el CEDEX (no sé ahora… pero en mis tiempos de currar en un laboratorio, “se tomaban su tiempo”) y pagas un pastizal por el ensayo…

para más detalles sobre el método y procedimiento, podéis echar un ojo a este artículo… solo echo en falta que no hayan incluido los resultados de alguna granulometría de las muestras ensayadas, para poder comparar con lo que uno se encuentra por ahí… nos vendría muy bien a todos…

OK, entre tanto tenemos la obra parada tres meses… y nos sale la broma por un ojo de la cara… mal rollo…

plan C:

Nos acordamos de lo del ángulo de reposo, o bien nos cruzamos con wikipedia… medimos el ángulo del talud en los acopios…

… y nos da 33º

mi gozo en un pozo… habemos vueltao a pisar m…

Ya al borde del suicidio pasamos al plan D:

Vamos a ver… si uno se coge un manual de geotecnia, de los que usábamos en la facultad para aprender de estas cosas, por ejemplo el Lambe & Whitman ¿qué nos dice sobre el ángulo de rozamiento interno de suelos de grano gordo?… ok, encontramos una fantástica tabla que nos cuenta lo siguiente:

ángulo de rozamiento interno Lambe & Whitman

Así pues, podemos considerar justificadamente (¡¡¡está en un libro que todos nos creemos a pies juntillas!!!) que para una “arena y grava” cuyo ángulo de talud natural (o ángulo de reposo) esté por encima de 32º, se puede considerar con fundamento un ángulo de rozamiento interno (de pico) de 36º si cuenta con una “compacidad media”, y de 40º si es “compacta”.

ok… ya tenemos dos cosas que nos vienen bien: la primera una referencia empírica, el ángulo de reposo del suelo, que podemos medir del acopio de material (podemos encargarle esta medida al laborante de nuestra empresa de control de calidad, así tendremos un parte de laboratorio, cosa que da bastante el pego…), y la segunda, una referencia al grado de compacidad.

Lo malo es que el grado de compacidad de obra se mide como relación ponderal respecto a una densidad máxima (Proctor – sin acento – de referencia), y los apelativos de los manuales de geotecnia en general no se refieren al mismo. ¿Qué diantre entiende, pues, esos manuales en relación al grado de compacidad?

Pues viene a ser algo así como lo siguiente:

ángulo de rozamiento interno

Como puede observarse en la tabla, podemos ver algunas definiciones cualitativas semejantes a las que tenemos en el Lambe & Whitman referidas al grado de compacidad del suelo, y una referencia a ciertos ensayos realizados “in situ”, el SPT o el CPT (este último no es precisamente adecuado para gravas).

En este otro gráfico, también del Lambe & Whitman vemos una relación semejante:

ángulo de rozamiento interno y SPT



Total, que podemos entender que una grava y arena “compacta” o “densa” (en este caso son casi sinónimos) es aquella en la que puede verificarse un valor de NSPT de 36 – 38 a 41 – 45.

De otro lado, la experiencia nos dice que un relleno correctamente ejecutado y compactado al 95 % PM anda con golpeos generales de NSPT que superan el 50 (cosa que podemos contrastar en obra con un sencillo penetrómetro que pueda hincar un tomamuestras tipo SPT), por lo que para este relleno podemos asumir de forma justificada un ángulo de rozamiento interno de unos 40º.

Así pues, parece mentira: en ocasiones es más trabajoso demostrar lo obvio y elemental (el rozamiento interno) que lo indiscernible y cuasi metafísico (la cohesión, para la cual en un plis plas tenemos el resultado con un sencillito ensayo de corte.)

Y es que hay pocas cosas tan agradecidas como esos suelos que se dejan llevar casi intactos al laboratorio para hacer con ellos lo que nos venga en gana…



f.

P.S., por cierto, creo que a mi amigo al final le han dejado colocar las gravas en el trasdós de ese muro… si es que en el fondo los auditores son uno benditos…

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La resistencia al corte no drenada y el índice de plasticidad… esos parentescos

En mi último post «decente» (anterior a la digresión sobre la relación del SPT con la mecánica cuántica) comentaba que ciertas correlaciones «ortodoxas» planteaban una relación directa entre la resistencia al corte no drenado y el valor de la tensión vertical efectiva (o en su caso tensión de preconsolidación) de una arcilla.

En ese post dejaba yo caer, por lo bajo y de pasada, lo mucho que me extraña una relación directa de ese tipo, que no tenga en consideración que la resistencia al corte no drenado (Su) mantiene un cierto (y evidente) parentesco con la mineralogía de la arcilla, y que valorarla solo a partir de la tensión vertical efectiva (p’), por mucho que lo indiquen algunos ensayos de campo (no será la primera vez que partamos de datos sesgados) tal vez no sea una idea del todo afortunada.
Como esto de escribir en un blog no va por camino de publicar ni de lejos un libro de texto, hay que procurar ser escueto (y mira que a mí me cuesta de largo…), así que dejé para otro momento una aproximación a las correlaciones que consideran de forma más o menos indirecta la relación entre Su y p’… y aquí va.

Y precisamente ojeando el volumen de junio del Geotechnical Engineering Journal del SEAGS & AGSSEA, encontré un interesante artículo sobre asientos en terraplenes (en el que también encontraremos un agradecido compendio de correlaciones) donde venía la propuesta de relación de la que justamente hablaba antes… así que me ahorro escanear libros y pongo una figura con derechos de copia libres, no vayan a venir los de la SGAE ahora que les pintan bastos…

Y aquí están algunas de las expresiones que vienen indicadas en el texto de Mesri que cita el Engineering Handbook, pero que no se detallan en el mismo:
Podemos notar que para iguales valores de p’ deberíamos esperar diferencias de hasta un 100 % de Su cuando Ip varía en los extremos del rango habitual para las arcillas de mi pueblo (de 10 a 25) … cosa que a mí me parece que cuadra bien con la experiencia…

¿no?

… vamos, creo yo…

entonces… y como diria Punset… ¿cómo puede ser que desde 1960 todas las correlaciones Su – p’  hayan desestimado la influencia del tipo de arcilla? ¿John, no lo encuentras sencillamente… maravilloso?

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resistencia al corte sin drenaje… tendencias de la ortodoxia

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en un post anterior dedicado a donde encontrar una  puesta al día de algunos conceptos geotécnicos mi compañero Roger me llamó, muy acertadamente, al orden de la ortodoxia geotécnica, haciendo mención de que la relación entre la resistencia al corte no drenado de las arcillas con la tensión vertical efectiva no es algo de lo que uno tenga que ir soltando influndios (reconozco que en ocasiones lamento mi tendencia a ponerle «peros» a todo… uno es así… a veces…)

en sus comentarios, Roger me recordaba con buen criterio el post que Enrique había colgado hacía tiempo en geodiendo sobre el tema; en dicho post se hace una concienzuda recopilación de las diferentes proposiciones que la literatura ofrece para relaciónar Su y σp’.

con ánimo de redimirme he pensado que tal vez le fuera útil a alguien una versión traducida del inefable The Civil Engineering Handbook (manual que está entre mis preferidos por lo riguroso a la vez que pragmático) en la que se trata el tema…

en el capítulo 17 Dana N. Humphrey de la University of Maine presenta – a mi parecer – una acertadísmia y actualizada exposición de todo lo que atañe a la relación esfuerzo / deformación en suelos. al tratar la resistencia al corte no drenado resume las aportaciones de algunos autores que propusieron (en su día) una relación entre Su y σp’ basandose especialmente en los resultados de ensayos de campo (y esencialmente en el vane test – o molinete – conforme a Mesri, por ejemplo)

Dana N. Humphrey viene a recordarnos que…

La resistencia al corte sin drenaje se puede expresar como la relación de cu/σ’p. Esto se muestra en los resultados de K0 obtenidos de los ensayos de compresión triaxial consolidado (TC), extensión triaxial (TE), y de corte directo simple (DSS) (N.del autor del blog: usualmente en literatura española y desde la publicación del Geotecnia y Cimientos este ensayo se refiere como corte simple, no confundir con el ensayo habitual de corte directo), ver la figura. 17.6.

En un ensayo TC, se aumenta el esfuerzo vertical hasta rotura, mientras que en un ensayo TE el esfuerzo vertical se reduce hasta rotura. Se observa que los ensayos TC dan como resultado mayores resistencias que los ensayos TE, mientras que los ensayos DSS dan resultados intermedios entre los dos. Los resultados del ensayo “in situ” de molinete (FV) se muestran también en la Fig. 17.6.

En la figura 17.7 se muestra la aplicabilidad de las determinaciones de resistencia al corte sin drenaje del TC, TE, y los ensayos DSS para el caso de un problema típico de estabilidad.

Mesri [1989] llegó a la conclusión de que sería razonable utilizar un promedio de los resultados de estos tres ensayos para el uso de cu en el diseño geotécnico. Cuando esto se aplica a los datos de la figura. 17.6, resulta la siguiente correlación:

cu = 0.22 σp′
(17.6)

Mesri [1975] encontró una relación idéntica con los resultados del ensayo FV; Larsson [1980] obtuvo una relación similar a partir de un análisis retrospectivo en 15 roturas de terraplén. Es significativo constatar que la ecuación (17.6) es independiente del índice de plasticidad del suelo y que la misma relación se obtuvo utilizando los resultados de las pruebas de laboratorio y de campo. Esto tiende a confirmar la conclusión de Bjerrum [1973] de que el ensayo de molinete “in situ” es el mejor enfoque posible para determianr la resistencia al corte no drenado [Mesri, 1989, p. 164]. Por otra parte, la ecuación (17.6) proporciona un valioso medio para estimar el esfuerzo cortante no drenado de arcillas blandas a partir de perfiles σ’p obtenidos de los resultados de ensayos de consolidación.

En la práctica, la resistencia al corte sin drenaje a menudo se determina “in situ” mediante ensayos de molinete. Para proyectos “de rutina”, cu puede determinarse a partir de los resultados de ensayos de laboratorio: bien la resistencia a compresión no confinada o bien mediante molinete sobre muestras de suelo; el resultado en general será menor que el valor “in situ” debido a la perturbación de la muestra (Nota del autor del blog.: esta opinión, generalizada durante muchos años en el ámbito de la geotecnia, tiende a tener menos concurrencia desde el momento en que se ha demostrado que las diferencias entre los parámetros del suelo “in situ” y los obtenidos en laboratorio no radicaban tanto en la alteración de la muestra, como sí en el operativo del sistema de registro de tensiones y deformaciones del ensayo: la implementación de galgas extensiométricas para la medida de deformación en la misma probeta, así como la posibilidad de situar células de carga en el interior de la célula triaxial, ha permitido en buena parte demostrar una más que correcta correspondencia entre las propiedades reales del suelo y los resultados de los ensayos de laboratorio… perdoneu, però algú ho havia de dir…) Los ensayos de corte directo sin drenaje (bastante sencillos) también permiten obtener una estimación razonable de cu [Ladd, 1981].

Para proyectos importantes, acostumbran a realizarse ensayos triaxiales no drenados (CU) sobre muestras inalteradas. Para arcillas muy estructuradas (nota del autor del blog: entiendo que debe referirse a laminadas o estratificadas) con altas sensibilidades y con un contenido de agua superior al límite de líquido, y en arcillas cementadas, la muestra debe
recomprimirse hasta restituir el valor de K0 correspondiente al estado de tensiones original, para minimizar los efectos de las perturbaciones de la muestra [Bjerrum 1973; Jamiolkowski et al, 1985].

Para arcillas no estructuradas y/o no cementadas, la técnica SHANSEP puede ser usada para desarrollar la relación entre el cu / σ’vc y OCR [Ladd y Foote, 1974; Ladd et al, 1977.; Jamiolkowski et al., 1985]. Para ambos casos es necesario realizar los dos ensayos TC y TE. La figura 17.6 muestra que los resultados de TC en sobreestiman mucho la resistencia de corte en una superficie de rotura, mientras que el promedio de los resultados de TC y TE reporta una resistencia al corte más realista para el uso en el diseño. Los ensayos triaxiales UU no aportan datos significativos en la curva tensión – deformación y, a menudo, dan resultados dispersos de cu debido a la incapacidad de esta prueba para restituir el grado de alteración de la muestra [Jamiolkowski et al., 1985] considerándose el uso de este ensayo como no deseable para proyectos importantes.

FIGURA 17.6 resistencia al corte no drenado a partir de K0 en compresión triaxial consolidada CU, ensayo de extensión triaxial y ensayo corte directo simple, así como de pruebas de molinete. (Fuente: Mesri, G. 1989 Una reevaluación de su (mob) = 0.22σ’p. Canadian Geotechnical J. 26 (1): 163.)

FIGURA 17.7 relevancia de los ensayos de laboratorio de corte respecto a la resistencia al corte “in situ”. (Fuente: Bjerrum, L. 1972 Embankments on soft ground. En Performance of Earth and Earth-Supported Structures, Vol. II, p. 16. ASCE, New York. ASCE).

OK… hasta aquí la ortodoxia y mi penitencia

; )

… para otro post me dejo mi interpretación del tema o, en otros términos: de qué manera podemos incluir la fuerza de la gravedad en la mecánica cuántica, llegando a la «teoría del todo» a partir del SPT, que se revela como una constante universal equivalente a «c» en  la síntesis de la teoría de la relatividad general (E = mc2)

todo ello y más… proximamente.
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puesta al día de la aplicación de los ensayos geotécnicos… o donde acudir para no quedarse pasado de moda…

Lo malo de pasar de los 40 (y no es que lo diga yo, que lo dice Punset, que de estas cosas entiende) es que te crees que tienes tanta experiencia que ya no te hace falta replantearte tu forma de hacer las cosas, y acabas resolviendo todos los problemas que se te presentan con las cuatro recetas que te han funcionado bien hasta la fecha… o sea, que a partir de los 40 ni te planteas continuar aprendiendo.

Lo malo de dedicarse a la geotecnia es que acabas convencido de que todo el mundo tiene más de 40 palos: no hay forma de que se salga de las “n” (para toda muestra analizada, indefectiblemente n < 5, siendo la media n = 3)correlaciones de-toda-la-vida, y claro, no hay forma de que se deje de citar a el Soil Mechanics in Engineering Practice (pero ¿alguien que se dedique a la ingeniería de estructuras todavía cita el Cálculo del Hormigón Armado de E. Moersch? y eso que tiene diez años menos que el libro de Terzaghi!!) como si se tratase del manual en el que hay que basar todos los estudios geotécnicos que se venden…

Y lo peor es que no todo el mundo tiene, ni de lejos, más de 40 tacos.

Afortunadamente, de vez en cuando te cae encima de la mesa un artículo en el que “alguien” se toma la molestia de hacer un compendio de eso que se llama “el estado del arte” a fecha de hoy, y, afortunadamente, te das cuenta que “hay vida más allá de los 40”. De eso va el post de hoy.

Debe ser que en al sureste de Asia no llegan los tentáculos de la sacrosanta SGAE, ni las influencias del ínclito Teddy Bautista (250.000 gallifantes al año… ahí es ná) porque resulta que la SEAGS (algo así como la SEMSIG de aquellos pagos) tiene un “journal” de distribución gratuita, que puedes consultar online cuando te venga en gana, y pillar hasta los números atrasados (a ver cuando los de Géotechnique se ponen al día y entienden que el mejor negocio es la divulgación del conocimiento, si aprovechas para poner publicidad por en medio).

En el último número del Geotechnical Engineering Journal (Vol 41 No.1 Marzo de 2010) encontramos un artículo titulado Testing in Geotechnical Design, firmado por Dennis E. Becker (de Golder Associates Ltd., Calgary, Alberta, Canada) en el cual se presenta un compendio del estado actual del conocimiento referido al mundillo del ensayo (“in situ” y de laboratorio) que va más allá del SPT (no… hoy no voy a hablar del SPT… hoy tampoco). Viene bien darle una leída con calma, y uno va encontrando cosillas con las que actualizar el repertorio de acostumbradas soluciones…

A modo de abstract, la cosa va de lo que sigue…

Los ensayos son un elemento inherente e integral del diseño geotécnico. Este artículo describe y analiza los ensayos geotécnicos en el proceso de diseño desde la perspectiva de un profesional de consultoría en el actual el estado de la práctica. Se presenta un compendio del papel, los objetivos, los tipos y la interpretación de los ensayos, así como sus limitaciones y buenas prácticas recomendadas. Se demuestra el éxito de la implementación de los ensayos en el diseño mediante el examen de los resultados algunos casos.

por cierto… para muestra un botón:

su = 0.22 σ’p is a reliable estimate of average mobilized strength,

donde σ’p es la tensión efectiva de preconsolidación…

¿a alguien le corre un sudor frío por la espalda?

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el coeficiente de balasto horizontal… o el chiste del eclipse en el cuartel

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para los que no recuerden el chiste del eclipse, aquí está el impagable Eugenio para recordárnoslo…


uno, que se escaqueó de puro milagro de la mili y acabó de intendente en un casal de colonias de verano con cincuenta críos a cargo (quién me manda no hacer la mili), cuando oye estas cosas se piensa que lo del ejército es cosa seria… pero con el tiempo, se da cuenta de que no solo en los cuarteles pasan tales cosas…

pongamos por ejemplo la historia del coeficiente de balasto horizontal… por poner uno, vamos… y en concreto, la historia del ábaco de Chadeisson, del que todo el mundo habla… pero ¿alguien lo ha visto?

por lo que se sabe, el Sr. Chadeisson va y presenta – en el año 1961 – una ponencia (Parois continues moulées dans le sol, o sea, “muros continuos “moldeados” en el terreno”) que se publica en los Proceedings de la 5ª Conferencia Europea de Mecánica del Suelo y Cimentaciones (Vol. 2, p. 563-568). Por lo que parece ser (no he conseguido el artículo por mucho que lo he buscado) en dicha ponencia, el Sr. Chadeisson propone estimar el coeficiente de balasto horizontal del terreno a partir de la cohesión, el empuje pasivo, el empuje al reposo y el peso específico del terreno, y considerando que la pantalla sufre un desplazamiento característico (sin el cual, como todos sabemos, no se movilizan los empujes activo y pasivo) de 0.015 m. Por las referencias que he podido consultar, el Sr. Chadeisson propone esta metodología de estimación basándose en experiencias de pantallas de 0.6 a 0.8 m de anchura, y con las rigideces que entonces tenían esas pantallas (cosa que, en cuanto a armado, cualquiera sabe que poco tienen que ver con lo que ahora se construye.) Parece ser que el Sr. Chadeisson propone una fórmula y un ábaco para estimar el coeficiente de balasto horizontal… la referencia de la fórmula que he encontrado en la web de www.finesoftware.eu es la siguiente, pero el ábaco no he podido localizarlo.

 

coeficiente de balasto

 

en el año 1994 (pasados ya más de tres lustros) el Sr. A. Monnet publica un artículo titulado Module de réaction, coefficient de décompression, au sujet des paramètres utilisés dans la méthode de calcul élastoplastique en la Revue Française de Géotechnique, número 66 (p. 67-72). Esta vez tampoco he podido conseguir el original del artículo, pero parece que el Sr. Monnet propone una simplificación del método de Chadeisson, para pantallas con un ancho de según la cual el coeficiente de balasto horizontal viene a ser tal que

 

coeficiente de balasto

nótese que la formulilla es idéntica a la que la web de www.finesoftware.eu atribuye a Chadeisson, con la única diferencia en que la primera indica los valores típicos del desplazamiento característico de la pantalla y del coeficiente que se aplica sobre la cohesión del suelo (¿será que los de finesoftware tampoco habrán encontrado el artículo original de Chadeisson, y también hablan de oídas?).

esta expresión ya no es apócrifa, y la encuentro reseñada en el artículo Numerical analysis of displacements of a diaphragm wall, de M. Mitew (publicado en Geotechnical Aspects of Underground Construction in Soft Ground: Proceedings of the 5th International Symposium TC28. Amsterdam, the Netherlands, 15-17 Junio 2005 y editado por K.J. Bakker, A. Bezuijen, W. Broere y E.A. Kwast), artículo en el cual se hace una comparativa de los desplazamientos de pantalla determinados a partir de los valores del coeficiente de balasto horizontal calculado mediante diferentes métodos (en substancia se contrastan soluciones analíticas y numéricas). En este artículo se incluye un ábaco cuya autoría se atribuye a Chadeisson, pero me da a mí que no es otro que una versión de Monnet CONSIDERANDO PANTALLAS DE 80 cm, y que reproduzco a continuación:

 

coeficiente de balasto horizontal

hagamos en este punto un poco de recopilación, antes de que nos perdamos…

este gráfico está pensado para estimar el coeficiente de balasto horizontal en condiciones de deformación tales que se movilicen los empujes activos y pasivos. Este gráfico valora el terreno del trasdós como un semiespacio de Winkler (nada de suelos estratificados, nada de variaciones de las características del terreno con la profundidad….). Este gráfico considera una pantalla de 80 cm de espesor. Este gráfico parte de experiencias con pantallas de los años 60, cuyas rigideces varían, a buen seguro, de las pantallas que hoy armamos por estos pagos, que en muchas ocasiones se parecen a esto (por el índice de huecos):

 

armaduras???

 

ahora viene cuando ya la noticia del eclipse ha pasado del teniente al sargento… y uno se encuentra en algunas páginas webs (la mar de reputadas, quede claro) e incluso en tesis doctorales, una valoración del coeficiente de balasto basada en estos gráficos tan molones, ya traducidos al español… (y no voy a poner ningún link para que nadie la tome conmigo, que ya tenemos bastante con los del gato al agua para crispar al país)

… Y finalmente, del sargento al cabo… en un estudio geotécnico lees “para el cálculo del coeficiente de balasto horizontal de las pantallas se utiliza el ábaco de Chaidesson, que relaciona el coeficiente de balasto (Kh) con la cohesión y el ángulo de rozamiento interno de los materiales” (sic), informe que trae la imagen del gráfico de CHADEISSON (que no “Chaidesson”) sacada directamente de una conocida web …

total… que acabamos dando un numerito bastante “aparente” a un parámetro necesario para meterlo en alguna popular aplicación de cálculo de pantallas, sin preocuparnos que el numero en cuestión hace cincuenta años alguien lo propuso para unas condiciones que en poco van a tener que ver con las de nuestra obra: rigidez de la pantalla, ancho (a ver si pantallas de 80 cm las hormigonamos cada día), terreno estratificado, deformaciones reales del muro que no movilizan los empujes activos y pasivos…

llegado a este punto, uno compara los datos que aporta el artículo de M. Mitew, donde puede verse la siguiente tabla:

 

comparativa coeficiente de balasto

aquí tenemos los valores de los desplazamientos de la pantalla calculados con diferentes modelos, y contrastados con el valor medido.

y uno se da cuenta de que las estimaciones del desplazamiento de coeficiente de balasto horizontal a partir del método de Chadeisson – Monnet varían respecto a los valores medidos cosa de un 20 %, mientras que los FEM reducen esta diferencia a menos del 10 % (quedando Plaxis el peor parado de entre los MEFs, mira por donde…), si bien – y aquí la cosa pudiera ser preocupante – sistemáticamente las deformaciones calculadas quedan por debajo de las medidas (excepto para el método de estimación del coeficiente de balasto horizontal de Ménard – Bourdon).

si, vale, me ha quedado guay ¿eh?… pero ¿realmente es algo trascendente? dicen mis amigos calculistas que, para el caso del coeficiente de balasto vertical, las diferencias de menos de un orden de magnitud prácticamente no tienen trascendencia en el cálculo de una losa… ¿pasa lo mismo con las pantallas?

pues veamos lo que el artículo de M. Mitew dice… y es que el rango de variación del coeficiente de balasto horizontal para un mismo litotipo varía una barbaridad para suelos arcillosos, y una verdadera exageración para suelos arenosos (entiendo que los valores bajos deben ser los que salen del método de Ménard – Bourdon)

 

coeficiente de balasto

resumiendo… el muy célebre ábaco de Chadeisson queda muy resultón en un informe, pero deja las previsiones de deformación de la pantalla por debajo de lo que finalmente se verifica. imagino que es más que posible que buena parte de la diferencia venga de que la base empírica del método considera pantallas con unos anchos bastante más grandes de los que generalmente contemplamos, y rigideces seguramente inferiores a las actuales, y sobre todo, que el método de cálculo original estaba pensado para una idea conceptual (un semiespacio de Winkler) como la que planteaba Terzaghi en aquél famoso artículo que ha dado lugar a la fiebre del uso y disfrute del coeficiente de balasto metido en multitud de aplicaciones para el cálculo de estructuras.

vamos… digo yo…

por último, y para acabar de dudar de todo en este mundo: el gráfico de Monnet, atribuido a Chadeisson, y que uno se encuentra por todas partes, caracteriza el terreno a partir de los valores efectivos de la cohesión y del rozamiento interno … roturas rápidas como las que movilizan los empujes en el trasdós de una pantalla ¿pueden comportar condiciones no drenadas si el suelo es de baja permeabilidad?. Si es así… ¿qué más nos dan los parámetros efectivos? ¿realmente se mueve la pantalla ese 1.5 cm? el criterio de Coulomb y Rankine, ese del inicio del desplazamiento para la activación del empuje activo y en reposo ¿no está pensado para muros de gravedad? y aún más… y más difícil que entender lo del universo inflacionario… ¿hay bastante bilis para mantener los guiones de Intereconomía? ¿o realmente ahí está concentrada toda la materia oscura que hace falta para explicar el big bang o la expansión infinita del universo?

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