Hoy caigo en la cuenta de que tengo el vicio reiterado de empezar estos posts con una frase que viene a ser “en esto de la geotecnia…”
Pues bien, para mantener la tradición, venía a decir que en esto de la geotecnia hay algunos temas que todo el mundo da por sentados, pero que después, a la que te pones a escarbar, cuesta Dios y ayuda encontrar fundamento alguno que los avale.
Y uno de esos temas tan manidos es el famosísimo arrastre (o lavado) de finos…
Me viene a la cabeza el primera caso de patología, siniestro o chapuza (lo último es lo más acertado) al que asistí cuando de mozo y pipiolo, trabajando en EMSSA, mi mentor de aquellos años (Francisco Moros Zorío, ICCP y con seguridad una de las personas de la que en menos tiempo más aprendí y a quien siempre agradeceré su paciencia) me llevó a una reunión de obra con un contratista que se empeñaba en asegurar que un relleno que había asentado no estaba mal compactado, si no que había sufrido un misterioso arrastre de finos… en aquella reunión de obra aprendí lo del efecto arco (o sea, que compactando solo la última tongada del relleno de una zanja al final colapsa todo, se fastidia el firme y de un día para otro y hay que cortar la calle… y cuando pasa tal cosa, siempre viene bien echarle la culpa a las últimas lluvias)
Hace ya más de 20 años de aquella reunión de obra, y es curiosa la cantidad de veces que me he encontrado (en patologías, siniestros, informes y periciales) con presuntos lavados de finos que al final y sistemáticamente (qué casualidad) se resolvían con terrenos que asentaban por cualquier cosa menos por la fuga de esa malintencionada fracción granulométrica que no discernimos a ojo…
Y es que lo del arrastre de finos es la excusa perfecta para bastantes chapucillas… y todo lo que sean zanjas siempre han dado muchos sustos… será por la afición que desde pequeños tenemos todos a meternos en ellas a poco que nos dejen… y es que a veces parecen un agujero negro…
Pero todo, todo llega en esta vida, y hace pocas fechas me he encontrado con un verdadero problema de arrastre de finos (en el que por prudencia no voy a entrar hoy, porque el caso es reciente), a partir del cual he rebuscando cosas y me he encontrado de casualidad con un didáctico artículo de Jesús Carrera y Enric Vázquez (ambos del CSIC, Institut Jaume Almera, Bcn), que mira por donde presenta un acertado resumen de los problemas que plantea la interacción entre las obras subterráneas y los acuíferos (que es de lo que iba este post, y no de todo lo de antes…)
Si bien el artículo hace especial énfasis en la influencia de los túneles, no se limita solo a los problemas generados por (o en) obras civiles… capítulos que por ejemplo hablan del efecto barrera también son muy aplicables al mundillo de la edificación.
Aquí dejo el link donde puede descargarse.
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Compañero, según mi experiencia, lo del arrastre de finos se puede producir en determinadas circunstancias, siempre asociadas a fuertes gradientes del nivel piezométrico. Éste fenómeno se da principalmente en zonas con fuertes bombeos o dranjes. Por ejemplo; en los famosos socavones de AVE en Hospitalet, por filtración de finos y no tan finos por las juntas de pantalla (si a eso se le podría llamar juntas, lo vi en directo), en túneles por debajo del nivel piezométrico, con mal drenaje y salida de agua por zonas preferenciales (también en algún túnel del AVE), en fuertes bombeos para depresión del nivel piezométrico y realización de pilotes sin encamisar a la vez (lavado de finos, roturas desmonoramiento de paredes del pilote, incluso con bentonita etc). Éste último fenómeno se ha producido en varias obras de Barcelona, debiendo repetir toda la cimentación con otros métodos (básicamente pilotes encamisados o prefabricados. Otro caso frecuente, pero diferente es el del lavado de finos por infiltración repentina de aguas superficiales en rellenos mal compactados y muy permeables, en terraplenes de carreteras (el agua corre por la zona de contacto entre el substrato y el relleno y al final se desliza todo el relleno. Otro ejemplo está tanto en las pérdidas como en el vaciado rápido de tuberías, se producen arrastres importantes que pueden dar lugar a colapsos en superficie muy significativos (también tengo experiencias y gran documentación sobre estos casos. Lo de «la corriente o río subterráneo» es simplemente una frase coloquial que se utiliza para explicar estos fenómenos, pero que a veces también se utiliza como excusa para cimentaciones o pilotes mal ejecutados en condiciones hidrogeológicas favorables. De todo esto podría escribir un libro «por aquí bajo hay muncha agua», «el río que viene del Montseny», «el agua se abre camino» o un articulito en el ingeopres, con ejemplos, pero ya se sabe, lo de la confidencialidad al cliente…
Edificio 4 plantas, antigüedad de 1965. En bajo un supermercado. No garaje. En 2016 aparecen grietas en las viviendas. Más graves en una zona derecha que en la otra zona izquierda. El Ayuntamiento dicta orden de desalojo y 4 meses más tarde se levanta dicha orden. Patología: incremento de humedad en el terreno por rotura de la red de abastecimiento que había sido reparada en 2014. Se inyecta resina expansiva por la empresa GEOTEC. Hace 2 años se vislumbra de nuevo las grietas antiguas y salen otras nuevas. Mi pregunta es: si el edificio está enfermo de gravedad, ¿hay alguna solución?, porque en la reparación de 2014 sospecho que mucho tiempo anterior a este año, ya había pérdidas agua y la gravedad iba en aumento sin saberlo, tanto que tuvieron que recurrir a la resina. En realidad, tengo mucho miedo de seguir habitando debido a las «nuevas grietas». Resido en Cartagena.
Buenos días Andrés
Disculpe no haya respondido antes a su mensaje, el mantenimiento de los blogs es una faena para la que uno no siempre tiene tiempo.
La cuestión que plantea es bastante típica: un edificio tiene una lesión y, antes de gastarnos dinero en hacer una buena diagnosis, se va por el camino del medio para una solución rápida, sin saber exactamente qué estamos arreglando.
No tengo nada contra las resinas poliméricas, y GEOTEC me parece una empresa seria, pero aquí el problema no está en quién ha hecho la reparación, sino en que el problema no se estudió de forma adecuada.
Gastar una peseta en proyecto es ahorrarse cien en obra. No gastarse un duro es pagar dos veces por la obra.
Solo puedo recomendarles que se busquen un asesoramiento técnico adecuado (un técnico con experiencia contrastada en patología del terreno y la cimentación, y mejor que un buen técnico, busquen al mejor técnico y no se anden con rodeos), ; ni que decir tiene que su problema tiene solución, de peores he visto, se lo aseguro.
saludos y suerte con el caso
Juan Franch