En un encomiable ejercicio de didáctica profesional (que sigue a la reciente campaña de denuncia sobre corrupción y malas praxis profesionales en geotecnia) la delegación de Euskadi del Colegio de Geólogos ha editado una sucinta guía dedicada a los estudios geotécnicos en el ámbito de la edificación, y más concretamente, a resumir lo muchas veces densa en exceso que es la normativa actual (me refiero al DB SE-C, que a más de un profano le debe parecer un peñazo), dirigida especialmente a proyectistas, directores de obra, de ejecución, promotores y demás.
Si os interesa, podéis descargarla aquí.
Huelga decir que la geotecnia (de edificación o de lo que sea) es mucho más que lo que la normativa nos dice, pero como estamos donde estamos (y en la época que estamos) tal vez todo esfuerzo que se haga para que, cuanto menos, se cumpla la normativa es poco…(-oiga, ¿qué es eso de que no se cumple la normativa??, cuente, cuente.. -uiiiiii, eso lo dejo para otro post que tengo en el tintero, que tal vez a más de uno lo va a dejar muy, pero que muy sorprendido… o no)
Pues eso… cuanto menos cumplir la normativa… lo de llegar a la excelencia, eso… eso… bueno, qué vamos a decir.
Y es que si se cumplen las advertencias (por no decir amenazas) de Luís de Guindos sobre el desmontaje progresivo del estado, se va viendo venir a corto plazo la total desregulación de los servicios profesionales, cosa que en Alemania o en Suecia, donde parece que los niños salen del colegio sabiendo qué es la ética profesional, seguro que debe estar muy bien, pero aquí… buenoooooo… la que nos viene encima…
Lástima que en años pasados todos los colegios profesionales (y especialmente los que gozaban de la prebenda de colegiaturas obligatorias y visados imprescindibles) se dedicasen especialmente al sesteo y a la ocupación (que no okupación) endotérmica de poltronas… si el esfuerzo que se hace de un tiempo a esta parte para poner en valor la labor colegial se hubiera practicado en el momento oportuno y en el lugar adecuado (cuando todo era presumir de presupuestos y dejemos para mañana ese marrón que ahora no toca), tal vez hoy tendríamos un entorno social que valorase lo que un colegio aporta (o debería aportar…) en cuanto al velar por los intereses de los ciudadanos.
Visto lo visto, creo yo que acabarán siendo las organizaciones de consumidores las que asumirán esa tarea cuando los usuarios se harten de que les tomen el pelo (o cuando aprendan que no hay duros a cuatro pesetas)… al tiempo.