La huella del Carbono en los trabajos geotécnicos

Es de cajón y más que conocido: la ejecución de obras (civiles, de edificación y agropecuarias…) suponen un porcentaje nada desdeñable de las emisiones de CO2 a la atmósfera (creo recordar que la cosa va del 25 % al 40 % según qué país), algo que la inmensa mayoría de la gente hemos convenido que convendría controlar, limitar y reducir (aunque solo sea por mero sentido común.)

Al caso del tema, me llega hoy de la SEMSIG el tríptico de la jornada de presentación del Programa para el Cálculo y Seguimiento de la Huella de Carbono en los Trabajos Geotécnicos, desarrollado por las asociaciones Americana y Europea de Empresas Especialistas en la Ejecución de Cimentaciones Especiales y Tratamientos del Terreno (DFI y EFFC respectivamente), cuyo representante Español es AETESS.

hella de carbono trabajos geotécnicos

La herramienta en cuestión es de uso libre y gratuito, y puede bajarse en el link

http://www.geotechnicalcarboncalculator.com/es/ (hay que registrarse).

Pero si os da pereza, también lo podéis hacer aquí (no hay que registrarse).

Se trata de una hoja de cálculo Excel con sus preceptivas macros (que hay que habilitar) y que presuntamente permite trabajar en diferentes idiomas usuales de la UE (digo presuntamente porque yo aún no he conseguido que me salga nada en castellano).

A bote pronto y para probar el invento, he intentado enterarme de cuantas toneladas de CO2 tengo que llevar en la conciencia por haber recomendado un micropilotaje como solución de recalce en una obra de rehabilitación hace dos días… y la verdad es que me he llevado un chasco… en lugar de introducir directamente los metros de micros que salen del proyecto, indicando el tipo de (pongamos por diámetro de perforación, tipo de camisa y clase de mortero) y la medición total, resulta que hay que entrar las mediciones elemento por elemento (componente a componente del hormigón o mortero, hierro, PVC, aditivos, transporte) … ufffffff… ¡¡¡qué pereza!!!.

Visto el tema, y si (como imagino) en dos días habrá que presentar una declaración fiscal del CO2 emitido en cada obra para poder certificar (y así que te puedan cobrar el preceptivo impuesto ambiental, detrás de todo esto seguro que anda nuestro entrañable Montoro) vamos a tener que generar un nuevo perfil profesional en el gremio…

Eso sí, tendremos bien controladas las toneladas de CO2 que emitamos… o sea, que seremos muy, pero que muy sostenibles.

O no.

Dicen que el paradigma de la sostenibilidad se puede resumir en las «tres erres«: reducir, reutilizar y reciclar… en definitiva, de lo que se trata es de asumir que cuanto menos se consuma, mejor.

A partir de ahí, pueden implementarse todos los conceptos filosófico-ingenieriles que uno quiera… pero si no empezamos por reducir el volumen de hormigón y de hierro de las estructuras o las toneladas de tierra y roca excavadas y terraplenadas, si no reutilizamos los suelos malos para hacer una buena explanada, y si no reciclamos el mogollón de aglomerado que sacamos en cada refuerzo…. al final lo único que uno tiene es una fantástica y maravillosa documentación (el rollo ISO de siempre) que garantizará al extremo la trazabilidad de la huella del CO2 en nuestra obra… pero eso no es hacer una obra sostenible… digo yo. Como decía un buen amigo mío: si fabricas flotadores, cumplir la ISO de turno te asegura que todos saldrán iguales y sin defectos… ahora bien, si te da por fabricarlos en acero inoxidable, ahí no hay problema: teniendo los papeles que tocan, seguro que cumples con la ISO…

afectado por la ISO

En el fondo (del mar, asido a tu ISO) los únicos instrumentos que tenemos para reducir, reutilizar y reciclar lo posible en una obra es, de un lado, la voluntad de hacerlo, y de otro la materia gris (la única que al transformarse en energía desprende una cantidad de CO2 tolerable)… materia y energía que se traducen en un buen proyecto… o mejor, en un proyecto excelente… en eso, y en un buen hacer técnico en la ejecución (porque ejecutar una obra es algo más que «gestionarla»).

No sé… si de lo que se trata es de reducir el CO2 emitido, igual vendría bien empezar por ahí.

A todo esto (y humos aparte), anda por estos pagos la cosa revuelta porque en la obra de la estación de la Sagrera (que compite con la Sagrada Familia en el libro de los records de las obras con más retrasos) dicen que las certificaciones tenían un no sé qué de literatura épica-fantástica… y «casualmente» todos los ejemplos de desmanes certificadores de la obra que hasta ahora he oído y leído se iban en partidas geotécnicas: que si excavaciones imposibles, que si cimentaciones que nadie sabe qué soportan… vamos, un ejemplo de «sostenibilidad».

Y yo me digo… ¿Habrá caído en la cuenta la UDEF de hasta qué punto las unidades de obra de naturaleza «geotécnica» sirven para justificar tantas veces los desfases presupuestarios de las obras patrias?

Como me dijo una vez un jefe, hace más de veinte años: «este trabajo es muy poco político, porque al final queda todo enterrado»… eran tiempos en los que lo «político» tenía un significado diferente.

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