Infamias geológicas, cap. CXV: Laszlo Toth

11.30 h del 21 de mayo de 1972; Ciudad del Vaticano, domingo de Pentecostés.

La habitual multitud de peregrinos que llegan a la basílica de San Pedro espera la bendición de Pablo VI; en el fervor y el éxtasis del momento nadie percibe que un individuo barbudo y ataviado de forma sospechosa se encarama a La Piedad de Miguel Ángel, saca un martillo (de geólogo) y se lía a porrazos con una de las más hermosas creaciones del ser humano.

Lazlo haciendo de las suyasEl Cristo se lleva algún que otro mamporro, pero a la pobre Virgen María la deja hecha un primor: en quince golpes pierde un brazo, un ojo, parte de la nariz, pómulos afectados… vamos, que acaba como la Belén Esteban.

La Piedad Aporreada - Miguel Ángel

El energúmeno se llama Laszlo Toth. Es geólogo, nacido en Hungría y nacionalizado australiano. 

Lazo es arrestado de inmediato, por suerte para él, pues de lo contrario tal vez hubiera acabado linchado en la plaza de San Pedro, rememorando aquellas entrañables escenas de la época del Santo Oficio (¿diga? ¿que el Santo Oficio todavía está en activo? ¿que ahora es la Congregación para la Doctrina de la Fe? uffff… ya me parecía … )

Lazlo fue encarcelado, juzgado y condenado a nueve años de prisión (Sr. Millet, ya sabemos que Ud. sigue en su casa tan pancho… no ponga esa cara…)

(la fotografía es del blog de Daniel Tubau: Están entre nosotros, del cual también se inspira el texto)

En fin… ya se sabe: hay pocas cosas que unan tanto a dos geólogos como un martillo; a poco de empezar la carrera, a todo estudiante entusiasta le pierde la fiebre de aporrear cualquier afloramiento al alcance de su maza… después de pagar la matrícula, y a la que nuestra depauperada cartera se recupera un mínimo, es lo primero que nos agenciamos… ¿tal vez tenemos en común una infancia traumática tal como esta pobre niña?

Se empieza jugando y....

señores padres: sean conscientes,  se empieza con un inofensivo juego de clavar puntillas, y se acaba de geólogo/a…

… no nos extrañemos, pues, de que cualquier día de estos nos encontremos con una señal ex-profeso que nos impida el paso a los del oficio, en aras de la seguridad nacional… o peor…

Tolkien no gustaba de geólogos

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