Lo primero fue el principio… y allí no había nada… ni siquiera una mísera presión intersticial negativa… y después… sí, vale, después vino el SPT… pero no me refiero al SPT (hoy tampoco…)
… después hubo un tiempo en el que nadie sabía que existiría un día algo que se llamaría “el criterio de rotura de Hoek – Brown”.
… hubo un tiempo en el que tampoco nadie se imaginaba que llegaría el día en que conoceríamos el método de Serrano y Olalla para determinar las cargas admisibles de cimentaciones en roca basándonos en un criterio de rotura no lineal.
… incluso hubo un tiempo, comprendido entre el big bang y el día que se publicaron el CTE y la guía de cimentaciones para obras de carreteras, en el que apoyábamos en roca sin miedo, sin temor.
y después llegaron todas esas cosas, todas esas normas y todos esos criterios… y pareció que habíamos descubierto que durante todos los años precedentes habíamos sido unos inconscientes por pensar que las rocas aguantan…. ¡¡¡¡mucho!!!!
¿inconscientes? … o puede que no tanto ¿no?
… y es que yo me pregunto, cada vez que de un tiempo a esta parte tengo que justificar una tensión admisible de servicio encima de una margocaliza algo fracturada para un proyecto de carreteras, y cada vez que la supervisión entiende que TODO hay que justificarlo según la guía de cimentaciones dichosa (que es una guía, no una norma), y cada vez que un OCT me dice que recomiendo tensiones que sobrepasan lo que dice el CTE (que en su contenido habla de “métodos de verificación”, no de “métodos que van a misa”), me pregunto, digo… ¿cuantas patologías habíamos conocido en aquellos tiempos debidas a problemas con cimientos en roca? ¿fueron tantas?… entonces, ¿a cuento de qué nos hemos vuelto TAN conservadores?
el mismo CTE proclama que una forma perfectamente admisible de diseñar en geotecnia es lo que llamamos “métodos prescriptivos”… y años ha… ya teníamos métodos prescriptivos bastante sancionados por la práctica… bueno, no los teníamos nosotros… los tenían los ingleses, los franceses o los americanos, y nosotros los fusilábamos en nuestros informes… y quedaba bien referirse al CP-no-sé-qué-número-era…
repasando todo esto (y buscando convencer a un incrédulo supervisor) he recuperado un “manual del ingeniero” que hoy también es del ejército americano (ah… y también está firmado por “the commander”… ualaaaaaaaa): el ínclito Rock Foundations del US Army Corps of Engineers, del año 1994.
por lo que toca a la resistencia del macizo respecto a la cimentación, el manual en cuestión aboga (lo normal en aquellos tiempos) por plantear un criterio de rotura lineal. Y en lo que a la deformación se refiere, plantea la estimación del módulo de deformación a partir del módulo de la roca intacta, corrigiéndolo mediante un factor dependiente de la “calidad” (el RQD, el RMR o la Q, vamos) típica del macizo; a parte también se mencionan los ensayos “in situ” (presiómetros y demás) para una determinación directa… pero eso ya empieza a ser caro… determinado el módulo característico, la deformación se estudia a partir de los criterios elásticos de toda la vida.
fácil, ¿eh?
ah… una pequeña joya … hay una formulilla con la estimación de la cohesión pésima del macizo a partir del RMR, qu y fi (!!!)
por lo demás, el resto de capítulos encontramos cuestiones referidas a la mejora del macizo donde se cimienta, cosas relativas a anclajes en roca, curiosidades sobre cimientos en zonas con minas soterradas (como afrontar la incertidumbre), problemas de expansividad (para esto mejor referirnos al manual de CHEN, una joya de la que mejor ocuparse otro día.)
y otra joya perdida, ya al final, son las tablas para estimar lo favorables o desfavorables que son las discontinuidades del macizo respecto a la excavación de un túnel en función de su orientación, cosa que viene citada en multitud de artículos y manuales, pero que cuesta localizar.
digo yo… ya puestos… pongamos una traducción del abstract…
El manual proporciona un estándar mínimo que se utilizará para la planificación de un diseño satisfactorio de cimentaciones en roca en condiciones habituales. El capítulo 2 presenta una discusión sobre las consideraciones del diseño y del factor de seguridad. El Capítulo 3 proporciona una orientación sobre las técnicas y procedimientos de investigación “in situ” y procedimientos. El Capítulo 4 ofrece una orientación sobre la caracterización del macizo rocoso y esquemas de clasificación. Los capítulos 5 y 6 proporcionan una orientación sobre las áreas temáticas relacionadas con la deformación del apoyo del cimiento y el agotamiento de la capacidad de la cimentación que la deformación conlleva, respectivamente. Los capítulos 7 y 8 proporcionan una orientación sobre la evaluación de la estabilidad al deslizamiento de las estructuras de gravedad y taludes de excavación en macizos rocosos, respectivamente. El Capítulo 9 proporciona una guía para el diseño de sistemas de anclaje en rocas. El capítulo 10 aporta una orientación sobre la selección correcta de la instrumentación geotécnica. Los capítulos 11 y 12 discuten sobre consideraciones de construcción y temas especiales, respectivamente.
Condiciones inusuales del emplazamiento o de la solicitación del cimiento pueden requerir procedimientos de análisis y diseño más sofisticados, que están fuera del alcance de este manual.
acaba uno concluyendo, cuando compara resultados, que si se confía en los criterios de los miliares americanos de años ha, las rocas aguantan mucho más y mejor de lo que nos dicen nuestros códigos y guías modernos … qué cosas tiene eso de la geotecnia ¿verdad?
Algunos de los que han hecho esas normas y recomendaciones reconocen, en petit comité, que quizás sean tan conservadoras como sospechamos, pero que también hay mucho inconsciente que nos la usa adecuadamente… así que supongo que por eso le añaden su propio «factor de seguridad».Siempre recordaré el caso de una vivienda en la Sierra de Madrid cuyo proyecto, basándose en los elevados valores de carga admisible del geotécnico, preveía una cimentación sin zapatas, tan solo el apoyo directo de las pilas en la roca, enbutiendo las armaduras en unos taladros perforados en la roca y aplicando algún tipo de resina en los bujeros… os lo juro por arturo. Desde entonces, creo que me hize más conservador… porque darles 25 kp/cm2 si con 5 van sobrados?
yo creo que es una cuestión de coherencia… si para una roca podemos asumir una tensión admisible de servicio de 2.5 MPa y se recomiendan 500 kPa como para unas gravas, pienso que se genera una «visión social» de la geotecnia poco rigurosa… otra cosa es que algún iluminado no entienda (o no recuerde) que una cimentación, además de garantizar un reparto adecuado de cargas respecto al terreno, debe satisfacer otros criterios de seguridad (deslizamiento, vuelco…); si nos dejamos llevar de la falta de conocimiento de semejantes elementos habría que poner losas y pilotes en todas partes… y eso tampoco… ¿no?
Estamos de acuerdo, aunque no creo que tanto esfuerzo didáctico, por lo repetitivo, valga la pena para una vivienda unifamiliar cimentada sobre roca. Pero ya veo que eres de los valientes, sin duda, si no te tiembla el pulso para dar 500 kPa en unas gravas.