Trabajar como geólogo con un equipo de sondeos siempre ha tenido su encanto… puedes acabar con perforación de tímpanos, con insolación, con pulmonía, embarrado hasta las cejas, o con la autoestima por los suelos si es tu primer día de trabajo, llegas con el titulín bajo el sobaco y le dices al sondista que vienes a controlar la perforación (hay sonrisas que uno no olvida en la vida… es como ver a Long John Silver.) De entre las cosas buenas hay que citar que aprendes idiomas (después me ocupo de eso) y que haces amigos muy variopintos…
Tiempo hará que junto a una máquina de sondeos trabajando uno podía ver, cuanto menos, a los siguientes especímenes:
– El sondista (amo y señor indiscutible del tajo)
– El o los ayudantes del sondista (secuaces empeñados en pringar al pobre geólogo novato de grasa, barro, bentonita o polímero)
– El geólogo susodicho de turno (a partir de los años 90 empezaron a haber geólogas junto a las máquinas de sondeo… de cómo cambió el ambiente laboral esta novedad me ocuparé en otro post.)
– Bastantes jubilados a una distancia prudencial (o temeraria, según los casos).
– Ocasionalmente: el guardia urbano o el mosso pidiendo autorizaciones que nadie (empezando por las propias fuerzas del orden público) sabía que hubiera que tener o que existiesen.
– De vez en cuando: un señor o una señora muy cabreados y dando voces (indefectiblemente: el propietario de la parcela que no sabía nada de que por allí iba a pasar una carretera, y que amenazaba con avisar al momento a cualesquiera de los del párrafo anterior, si es que no habían venido a pedir papeles.)
Bien… Hasta aquí (o hasta hace cinco o seis años) todo iba sobre ruedas… después llegó la crisis… y empezamos a reducir personal…
La guardia urbana y los mossos no, esos se quedan (de hecho, cada día son más, especialmente en la brigada móvil)… el propietario/a de la parcela tampoco (aún menos, porque con la disminución de personal cada vez es más difícil que alguien se ocupe de avisarlo, con lo cual el cabreo sube en proporción exponencial)… de dos ayudantes de sondista pasamos a uno, y en poco tiempo a ninguno, yendo ya solo el sondista en más de una ocasión por estos mundos de Dios (si los de PRL se enteran de esto… ah… que ya no están tampoco los de PRL… vale); y ya puestos, pones a un geólogo a hacer sondeos y sube la productividad de la empresa que no veas… o pones solo al sondista porque ¿quién necesita un geólogo? ¿no?… a todo esto, los jubilados van aumentando en número, y dado que se van cerrando o se privatizan los centros de día, y que por otro lado cada día hay menos obras en las que repartirse, hoy acostumbran a concentrarse en números ingentes alrededor de dos operarios que estén haciendo cualquier cosa rara por la calle (y lo raro es que todavía no haya pasado nada grave con un abuelo al lado de la máquina de sondeos.)
Pero bueno, que lo de hoy no iba de la crisis… iba de geólogos, de sondistas y del léxico.
Si hay alguien que retrató con detalle y mimo esta sutil relación (entre geólogos y sondistas) ese fue Joan Casanovas, que de convivir con sondistas sabe un rato largo… una convivencia sutil y cautivadora en la que uno se inicia por el acceso al lenguaje, cual niño de dos años, y aprende palabros que nunca le enseñaron en la facultad.
Repasamos hoy algunos ejemplos (se abre la veda para nuevas aportaciones):
Bjerrum, Terzaghi & Casagrande Aug 1957, foto histórica… en primer plano una machina
Machina: la primera vez que oí lo de machina penchaba que me echtaban hablando de un chren, o de una m. de cocher (o vete a chaber qué) cuando Santiago Carrillo, ilustre sondista de Geocisa (no confundir con el secretario general del PCE) me soltó de muy mala uva: nene, quita de ahí las manitas que te las va a reventar la machina… al momento aprendí que se referían a la pesa con la que se aporrea el varillaje para hacer un SPT o un penetro… hoy casi siempre vienen protegidas con una pantalla de hierro para que, en el peor de los casos, solo te pilles un dedo (hay quien añora viejos tiempos y le quita la rejilla, por eso de darle emoción al trabajo.)
Güinchi: no, no se trata de una tribu prima de los apaches, es un sinónimo de cabrestante, un cacharro pensado para aligerar las maniobras de izado de cualquier cosa (varillas, la machina…) y para que cuando está en marcha y se acerca un ingeniero con corbata al sondista se le pongan los dientes largos… Un buen amigo me dijo que otro uso del winchi era utilizarlo como elemento de tracción para subir una máquina montada sobre patines por las pendientes más impensables… pero sinceramente, nunca he querido probarlo.
Panzer: no, no se trata del famoso tanque alemán de la segunda guerra mundial… es el nombre en clave de un método de sondeo a percusión con tubo hueco y conteo de golpes, una controvertida técnica de prospección propia y exclusiva de tierras catalanas que nunca he visto citada en ninguna norma o texto de geotecnia, y que, por lo que me cuentan, vuelve a estar de moda (originalmente Taenzer ® también citado como PDZ.)
Petazeta: no, no es el apodo de J.L. Rodríguez Zapatero… véase PDZ.
PaRRafinada: lo juro, alguno se acordará del ínclito sondista, pero no había forma de que dijera muestra «parafinada«.
equipo de GEAS instalando un piezómetro
Pezómetro: cualquier geólogo que en el pico hormonal propio de los 23 años haya oído esta denominación, por fuerza tiene que haber tenido algún sueño cálido esa noche… pero no… nada más lejos del erotismo… estamos hablando de una tubería colocada en un sondeo (pudiendo estar o no engravillada o cementada por su cara exterior) para revestir las paredes de la perforación y permitir determinar la posición de la cota piezométrica o tomar muestras de agua… por supuesto, es un piezómetro.
… continuará… porque sé que habrán comentarios con aportaciones que valgan la pena, y no faltas de humor e ingenio…